23 junio 2009

Carta a mí misma.


Querida Bea del mañana:

Cuando leas esto yo ya no estaré aquí, no nos conoceremos en persona, no porque no quiera sino porque me da que existe una pequeña limitación espacio temporal, pues sólo podrás existir cuando yo deje de hacerlo, no obstante sabrás todo acerca de mi, de hecho serás la única persona que conocerás todas y cada una de mis, inquietudes, historias, miedos..., y por ello quisiera darte unas pautas para que continúes por el mismo sendero por el que he ido guiando este cuerpo hasta hoy, pero me he dado cuenta de que es absurdo, cuando llegues sabrás porqué, y es que una vez llegues tendrás asimiladas como propias todas las tareas que me eran inherentes, y que ahora formarán parte de tu vida durante los próximos 10 años. Sólo me queda despedirme, y decirte que si necesitas mi ayuda no dudes en pedirla, basta una mera abstracción al pasado y rememorar ese momento que te hace falta para encontrarla... Estas son mis últimas horas de vida, pero me iré feliz si desde la ventana de tus recuerdos puedo observar que evolucionas a mejor, y que cada vez que te tropiezas con una piedra lográs levantar la mirada y auparte sobre tus manos para erguirte de nuevo y continuar por tu sendero, porque sólo así podrás llegar a la meta, a tu meta, cierto es, no lo olvides que volverás a tropezarte no una sino mil veces pero haz de prometerme que vas a levantarte en todas ellas, sólo así podrás ganar esta carrera que supone la vida porque, aunque con obstáculos, muchas veces irás acompañada de grandes momentos y grandes compañeros de viaje, tú lo único que debes hacer es DISFRUTAR DEL MOMENTO.

Hasta siempre,

Bea de 19 años (dejando de ser una“teenager”).

 
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