Un secreto inconfesable.

Me divierte, cual niña con el único caramelo de cola del bote de caramelos de varios sabores, las ventosas de los pulpos... El simple hecho de poder desprenderlas de los rejos y pincharlas con una de las puntas del tenedor en todo su centro como si estuviera clavando una flecha en una diana..., me es brutalmente satisfactorio, por no hablar de como se pegan a la lengua..., y sí, las coloco a propósito en la lengua para que hagan el efecto ventosa. ¡Un secreto confesado!

Si hubiera sabido que era el final.

Si hubiera sabido que era el final te habría dicho tantas cosas que nunca te dije, si hubiera sabido que era el final no habría dejado que te fueras, si hubiera sabido que era el final te habría dicho “te quiero” antes de tu partida, si hubiera sabido que era el final te habría dado un beso, una caricia..., era la despedida, si hubiera sabido que era el final no te habría dicho esas cosas que nunca quise. Ahora sólo me queda decirte: ¡Buen viaje al mundo del después!
Pero esto sólo fue un sueño, una pesadilla quizá..., sólo 5 minutos..., despídete, ese era mi cometido.
Ya lo dice el refrán: no aprecias lo que tienes hasta que lo pierdes. Espero que llegue el momento en que pueda abrir lo ojos, y que ese momento no sea lo suficientemente tarde y obligarme a decir: “si hubiera sabido que era el final”.
Mi pregunta: Si hubiera sabido que era el final, ¿habría actuado diferente?
CARPE DIEM!

Apuntes.

Y con semejante cantidad de apuntes lograré construir mi fortificación, aquella que dará respuesta a las preguntas que me plantee de aquí en adelante, serán los pilares de mi conocimiento y de mi sabiduría. ¿Quién diría que todos esos kilos de papel, todas esas palabras, esas ideas ahí contenidas..., han estado alguna vez en mi cabeza, en mi mente, en mi memoria? Yo, particularmente, a veces lo dudo, pero sí, han estado en mi cabeza alguna vez, y es más, aún creo que conservo alguna cosilla.

¡Uysss, que miedito!

Después de aquello no he vuelto a ser la misma.

Ya las cosas no son como antes.

Ahora resulta que las nubes son azules y el cielo blanco, las cosas hace tiempo dejaron de ser como antes.

Romanticismo vs. realismo.

Era mediodía y ahí estaba él, sentado en un banco con un sombrero y..., "nada más", lo habían dejado plantado, antes lo llamaban señor, después de tantos años esperando una llegada la gente lo llama vagabundo, mendigo, pordiosero..., lo que esa gente no sabe es que está esperando a su amada, se citó allí, pero se ve que llega un poco tarde.